La Compu

Al regreso de un viaje que hicimos a Bahía Ballena el año pasado, Beto parqueó el carro al lado de la calle donde había un paisaje increíble y un puestito de rosas.

—Mae —me dijo—, no puedo seguir guardándolo, necesito contarte la verdad: ¡todo esto que ves es puro humo! ¡No es real! ¡Vivís en un universo simulado! Pero lo importante de todo, es que tenés que saber que vos… una sos una inteligencia artificial, ¿¡me entendés!? ¡Sos programado! ¡Sos la compu!

—Interesante —le dije sonriendo y con sarcasmo—, contame más.

—Es eso —siguió—, que sos solo un personaje, un NPC.

—¿¡Un NPC!? —le grité—. ¡A ver, ese término sí me ofende!

En eso, el vendedor del puestito de rosas se acerca, me ofrece una rosa, y yo:

—¡Mmm, gracias por la rosa! ¡Mmm, gracias por la rosa!

Traté de explicarle a Beto que fue un chiste a propósito, pero él decidió seguir con su actuación y me dio una mirada como diciendo “Te lo estoy diciendo, sos un NPC”.

—¿Has notado ese gruñido que hacés cada vez que te levantás del sillón o que salís del carro? —me preguntó.

—Ajá —le respondí—, con el que bromeamos diciendo que es un “ruido de treintañero”.

—Sí, bueno, en realidad estás programado para hacerlo y tenés solo 3 ruidos diferentes que repetís incontables veces.

Me pareció brillante que tomó el tiempo para incluir algunos de nuestros temas más comunes en su historia.

—O por ejemplo —siguió—, cuando jugamos FIFA y te gano, es porque juego en modo amateur, pero cuando ganás es porque elegí el legendario.

—Pero últimamente solo gano yo —le dije riéndome.

—Eso es un error de programación —me respondió entre dientes—, un bug que debo pedir que corrijan.

Aunque toda esta historia me parecía hilarante y sorprendente, porque Beto no había soltado ocurrencias como estas antes, algo me hacía ruido dentro de su discurso: si según él yo soy un personaje que solo existe en esta simulación, ¿por qué se tomaría el tiempo de confesármelo?

—¡Porque vos sos mi amigo, mae —me respondió—, y te quiero mucho!

—Yo también te quiero, mae —le dije tocándole el hombro—, ¡pero creo que eso también es un bug, jajaja!

—Eso, o sabés di…simular muy bien, jajaja.

Entre risas, nos volvimos a montar en el carro y en el camino, no podía dejar de sentirme contento y a gusto con esta amistad. Por eso decidí que, en cuanto termine esta simulación, le daré cinco estrellas.

Toda aventura es mejor cuando tenés amigos bien programados.

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