Kamikaze 2016

Últimamente pienso mucho en el Diego del 2016. Pienso en cómo logré salir del hueco en el que estaba. Me sentía vacío, solo, ahogado, perdido.

En retrospectiva, no me cabe duda que no hay varita mágica, ni hay fórmulas ni tips que te volarán la cabeza. Solo el deseo de estar mejor y las decisiones que tomamos para buscar lograrlo. Y para saber lo que es mejor para nosotros, debemos conocernos. Pero conocernos bien, a fondo, sin juicios, con intención.

A ese viaje, el cuál hice con dinero que no tenía, desde antes de hacerlo, lo llamaba el “Viaje Kamikaze”, si saben el significado de la palabra pueden asumir libremente el por qué le puse así.

Cuando llegué, junto a mi cabeza llena de ruido, de pensamientos negativos y oscuros, me fui a mi lugar favorito de New York (The High Line), me senté en una de esas bancas que quedan frente a las calles largas que llegan hasta el sol, y en el silencio de una ciudad que no para de sonar, cerré los ojos y me escuché por primera vez. Me presenté a mí mismo, como haciendo borrón y cuenta nueva en una relación, y me di una segunda oportunidad.

Pienso mucho en ese Diego del 2016, porque vivió y atravesó la peor época de su vida sin las herramientas que tiene ahora y sin la experiencia y enfoque que tiene ahora. Pienso en ese Diego porque ahora vuelvo a vivir una nueva peor época de mi vida, y ese Diego del 2016 me recuerda que sí puedo.

Porque yo lo decidí así.

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